Este 1 de diciembre, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) inauguró la 31 Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentina, con una propuesta que recorre nuestra actualidad global y local, en 200 fotografías de 100 autora/es. Diversa en su temática, enfoca los hechos más relevantes de 2019, en materia de deportes, medio ambiente, espectáculos, política, naturaleza, vida cotidiana, retratos y arte. La Muestra puede verse gratis en formato digital o comprar con la fidelidad del formato papel para quien disfruta el contacto con los libros. Por gentileza de ARGRA reproducimos el Prólogo de su último anuario:
«La fotografía y la realidad» / Por: Miguel Gaya*
La primera exposición de lo que luego sería la Muestra Anual de Fotoperiodismo se realizó en 1981, plena dictadura. No sé si por el transcurso del tiempo, no sé si por el blanco y negro, las fotografías tienen una nitidez inquietante. Hay un dramatismo en ellas que no se explica sólo por la realidad que retratan. Recuerdan hechos y hombres de un mundo desaparecido, pero cuyo aliento nos llega a la cara. Lo curioso es que, si alguien recordara aquello que retrataba la prensa entonces, los diarios y las revistas masivas, vería un mundo luminoso, “normal” y ordenado.Todos muertos, todos artificiales.
Se ha dicho hasta el cansancio, incluso lo han dicho los propios protagonistas, que allí se exhibieron las “fotografías prohibidas”, las que la dictadura no dejaba ver. En parte es cierto. Solo en parte. La mayoría no necesitó ser censurada, porque su mera existencia era inconcebible para la prensa de entonces. El estricto filtro de autocensura y complicidad de los medios las volvía imposibles de concebir siquiera. Pero ahí estaban. Alguien las había creado, alguien las exhibió para enriquecer nuestra memoria, nuestra comprensión de lo sucedido.
La potencia que tuvo, y la que todavía conserva, aún en archivo, proviene, o se sostiene, en otro pilar que no tiene que ver en su prohibición real, sino en su mera existencia. Esas fotografías, censuradas o no, eran revulsivas y necesarias, porque daban cuenta de algo que sucedía fuera del ojo omnímodo del poder: mostraban lo que sucedía. Y era un mundo más completo y complejo que cualquier orden normalizador.
Año tras año, en circunstancias diferentes, quienes acudimos a las exposiciones sufrimos ese mismo extrañamiento. ¿Es esto la realidad? ¿Es esto lo que recordamos del año anterior? ¿Qué fue, en definitiva, lo que pasó, qué fue la vida el año pasado? Cada año, desde los medios, desde nuestros propios recuerdos, desde infinitos dispositivos, se arma una memoria. A veces íntima, a veces colectiva. Allí resplandecen ciertas cosas, o personas, o sucesos, y no aparecen otras. No aparecen de ningún modo. Su destino es el olvido. Sólo a veces, si nos detenemos en ello, vemos sombras detrás de las luces de nuestra memoria oficial. Y otras, menos, esas sombras se corporizan y avanzan. Y el relato de nuestra memoria se resquebraja, y aparece otra cosa, se ilumina otra realidad, otra historia.
Así pasa, año tras año. Recorrerla es ver emerger una memoria más rica, más profunda y “decidora” que aquella que desaprensivamente guardamos. Recuerdo aún la conmoción que me produjo ver la muestra colectiva “30 años. Fotoperiodismo en democracia. 1983/2013”. Identificamos la recuperación de la democracia con una épica del civismo, con un sistema que permite resolver los conflictos políticos y sociales sin violencia. Tendemos a pensar en treinta años de democracia como una prueba de madurez política. No fueron así.
La empecinada memoria que fueron armando los fotógrafos y las fotógrafas de prensa en forma fragmentaria, desconcertada y aleatoria desmiente ese espejismo azucarado. Nuestra democracia, nuestra sociedad, fue y es áspera. Las instituciones fueron reiteradamente amenazadas, vaciadas, tergiversadas. Y hubo, con altos y bajos, luchas populares, epopeyas políticas, conflictos sociales y sindicales, para que esa democracia siguiera viva y al servicio de todos los argentinos. También hubo, por supuesto, fiesta popular, democracia recargada, cultura y deportes, en un caleidoscopio vivo, heterogéneo, con sus luces y sus sombras.
La memoria que proponen, año tras año, estas Muestras, tienen la virtud de la construcción colectiva y el efecto coral; donde la mirada, el recorte de la mirada, es clave para engrandecer lo que retrata, enriquecer sus sentidos, propiciar una apertura a mundos diferentes. Tal vez cada una de esas fotografías haya tenido en su origen un propósito determinado, inmediato. A veces, son las “travesuras”, desviaciones o lujos de quien está trabajando por encargo, y encuentra otra cosa en el camino. Las más de las veces, se opera el plus creativo que alienta en cada fotógrafo y cada fotógrafa. Lo cierto es que la selección y edición posteriores a que las somete la Muestra arman un relato diferente, un decir y un hacer en la realidad, cruzado por la mirada y la creación.
Como un efecto impensado de esa mirada colectiva, esta exposición anual ha ido generando, develando, potenciando otro modo de mirar. Poco a poco fue creciendo la presencia de las fotógrafas, dando cuenta de un mundo más plural y diverso. Como todas las luchas de las mujeres por su lugar en el mundo, no todas fueron bienvenidas ni bien tratadas, pero su lugar se ha ido engrandeciendo, y su aporte ha enriquecido no solo a la fotografía y a las Muestras.
Uno de los secretos de esta identidad que cambia para mejorar es la edición colectiva del material de los asociados de ARGRA. Los integrantes de los comités de edición van cambiando, en su totalidad, año tras año. Lo que se mantiene es la convocatoria general, la selección sobre criterios inclusivos, de género y federales, y la conformación del comité editor sobre estrictos criterios de profesionalidad y experiencia.
Cuando pensamos superficialmente en la fotografía de prensa, pensamos engañosamente. Suponemos la urgencia y lo efímero, incluso lo utilitario. Cuando ampliamos nuestra mirada, cuando vemos en perspectiva qué huella ha dejado la fotografía de prensa en la fotografía a secas, o en la memoria colectiva de más de un siglo y medio, percibimos su valor. Percibimos su potencia creadora y su belleza. Esa diferencia entre información y creación se despliega, año tras año, en forma colectiva, en estas Muestras.
No tengo noticias de una Muestra similar en el mundo. No conozco antecedentes de un evento colectivo, profesional y democrático que se repita en forma solidaria durante tanto tiempo, tanto en la prensa como en la fotografía. Pocos eventos convocan tanto público más allá de los profesionales e interesados. No hay tampoco, en todo el mundo, una asociación de fotógrafos de prensa que se mantenga activa y representativa desde hace tantos años, que tantas veces haya sido amenazada de tantas maneras, y tantas recreada para mejorar. Es mi orgullo formar parte de ella.
* Abogado y escritor
Portada del Anuario: por Emmanuel Fernández
Imagen destacada en portada: por Diego Lima
Contacto para comprar el Anuario en: https://bit.ly/39FPvO2
PostPeriodismo es una publicación sin fines de lucro, dentro de una sociedad post post industrial que debe reinventarse en la búsqueda de la verdad a partir del simple chequeo de las fuentes. Quienes escribimos aquí vivimos de otra cosa, dentro o fuera de las redacciones. Esa libertad nos permite incomodar a los poderosos cuando es necesario y nos encanta hacerlo. En especial, cuando persiguen fines poco claros y usan los medios para construir un realidad orquestada por fuentes que no se pueden mencionar porque salen de esa zona gris del rentado por servicios de prensa o servicios que no hacen bien su trabajo.
-
Postperiodismohttps://postperiodismo.com.ar/author/postperadmin/
-
Postperiodismohttps://postperiodismo.com.ar/author/postperadmin/
-
Postperiodismohttps://postperiodismo.com.ar/author/postperadmin/
-
Postperiodismohttps://postperiodismo.com.ar/author/postperadmin/