Un grupo de feministas le dicen Alberta -entre ellas- al presidente , como gesto de cariño y afecto por su apoyo a las luchas de las mujeres. A Dardo Fernández le resultó inspirador. En marzo tomó notas y según cuenta: «Luego no paré de escribir y hacer apuntes. Analicé cada uno de los discursos de Alberto Fernández. Un vicio de un ex profesor de «crisis comunicacional».» A continuación la versión completa mientras nos preparamos para la segunda saga que el autor reformula día a día. «Gajes de la cuarentena mientras llega el viento del sur», agrega Dardo.
Uno
No hay “una crisis”. Hay crisis. Y todas son distintas. Pero de las experiencias en el Mundo, la disciplina “comunicación de crisis” ha obtenido enseñanzas y recomendaciones. No más que eso. No existen los “comunicadores expertos en crisis”. La Comunicación no es una ciencia. Es una disciplina. No olvidar.
En un contexto de crisis, por definición el impacto sobre la institución o personalidad que se exponga durante el abordaje del tema de la crisis, es siempre negativo. Lo es al comienzo, durante y al final de la crisis. Hay dos instancias que no se pueden evitar: que haya muertos (el más grave de todos los daños) y cierto grado de judicialización de algunos de los aspectos de la crisis.
El caso de “Las Torres Gemelas” (11/09/2001) produjo un cambio de fondo en esta disciplina. Hubo que quemar manuales y libros que durante al menos dos décadas se usaron para enseñar esta supuesta “especialidad”. Para decirlo en pocas palabras: Hasta el caso mencionado a la principal figura (institución o personalidad) sobre la cual impactaba la crisis no se la exponía a medios.
El alcalde de Nueva York el día que decidió ir hacia la ”Zona Cero” y no a la sede desde donde se debía encarar el operativo de mitigación de la crisis, produjo un cambio de paradigma. Desde entonces se supone que la opinión pública y los medios de comunicación requieren que la figura principal se haga cargo públicamente de la crisis y de un paso al frente. En Argentina, el Caso Cromañón (30/12/04) donde el alcalde porteño fue esa noche a la sede del operativo rescate y no al lugar de la tragedia, demostró que ese nuevo paradigma seguía vigente.
El alcalde de Nueva York emergió como un “héroe”. El alcalde porteño fue destituido. Por eso como veremos en otros “Albertas”, el “El primer gran acierto del Presidente Alberto Fernández es haber dado un paso al frente y haber asumido como propia la pandemia. Y no haber dejado el protagonismo al ministerio de Salud”. Y veremos las pifiadas también.
Dos
La pandemia del COVID-19 provocó en la Argentina una crisis dentro de otras crisis. A la crisis económica y social que tuviera que enfrentar el presidente argentino Alberto Fernández al asumir el 10 de diciembre de 2019, se le sumó primero, la crisis sanitaria (reconstrucción del Ministerio y el alerta de extensión mortal del dengue) y finalmente, el nuevo virus corona.
La pandemia es la crisis, dentro de un marco de crisis sanitaria de un Estado endeudado y en virtual cesación de pagos. Esta emergencia es una triple crisis. Nunca un Presidente se enfrentó a tamaño desafío, ni siquiera Eduardo Duhalde cuando se encontró con un Estado que hiciera lo que hiciera, o dijera lo que dijera, casi ningún argentino le creía. Para mí aquella fue una Crisis del Emisor, cesación de pagos mediante. Este cuadro es más grave aún. La crisis es internacional.
Pero hay además amenazas concretas: esta pandemia que se extenderá al menos de marzo de 2020 hasta la primavera o el verano, tendrá en ese mismo período ingredientes más graves: en los últimos años, las inundaciones en el Litoral, Chaco y Corrientes (en 2019 afectó a más de 5.000 personas) o las Inundaciones en la provincia de Buenos Aires (La Matanza y Esteban Echeverría y algunas zonas de Quilmes, La Plata, Ezeiza, Cañuelas, Lanús, Lomas de Zamora, Magdalena y Chivilcoy). Recordemos que en la localidad 9 de abril del partido de Esteban Echeverría, hubo más de 3500 personas afectadas por las lluvias y el desborde del Río Matanza el 16 de octubre de 2019. En las provincias, el sur de Tucumán (abril) o Santa Fe (agosto).
El Estado debe adelantarse a estas emergencias que se reiteran con asiduidad y plantearse cómo y dónde se trasladará a evacuados y auto evacuados en plena pandemia. Y así como en el verano pudo haber habido “interferencia viral” por el dengue, en invierno habrá que verificar que influenza circula y como “solapa” con el corona o provoca otra interferencia.
Tres
Veamos los discursos de Alberta: La primera ocasión fue el 12 de marzo en una alocución de 6:07 minutos de extensión, sentado ante un escritorio con la enseña patria de fondo y leyendo en un “telepronter”. Lo central fue el anuncio del inicio de la cuarentena para todo el territorio nacional, o el aislamiento social, preventivo y obligatorio para lo cual informó de las primeras medidas que se pondrían en práctica a partir del 20 de marzo. Mantuvo un gesto adusto pero tranquilo y justificó la gravedad a través de los fundamentos de las Organización Mundial de la Salud (OMS).
El segundo discurso fue el 29 de marzo y se extendió durante 17:50 minutos. Lo hizo frente a una mesa donde se presentó secundado por el ministro del Interior, Wado de Pedro y por su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. El discurso se apoyó en papeles sobre la mesa, un vaso con agua y un difusor de alcohol en gel. El objetivo fue hacer una evaluación de los primeros quince días del aislamiento.
El 10 de abril el Presidente hizo uso de la palabra durante 52:44 minutos, de los cuales, 29 usó para su tercer discurso y otros 25 para responder preguntas de la prensa. Es decir, combinó Informe, con conferencia de prensa. En este caso, además de Wado y Cafiero, retirado de la mesa a un costado fue acompañado por el ministro de Salud y Acción Social, Ginés González García. Por segunda vez, papeles y alcohol en gel estaban sobre la mesa a su disposición. Además recurrió de una pantalla para poder explicar indicadores y la evaluación de la pandemia. Por primera vez habla de “etapas” y precisa que a partir de la fecha la presenta será la “cuarentena administrada”. Es decir que comenzó 14 días después de la primera evaluación de la cuarentena y 29 días más tarde del comienzo oficial del aislamiento. Nos faltan otros dos discursos, será para Alberta 4.
Cuatro
Veamos hasta aquí primero algunos de los aciertos de Alberta. En los números 6 y 7 veremos los “pifies”:
El primer gran acierto del Presidente Alberto es haber dado un paso al frente y haber asumido como propia la pandemia. Y no haber dejado el protagonismo al ministerio de Salud (Ver Alberta número 1).
El estilo “serio” del Presidente, y su tono docente, tranquilo más un timbre de voz “apagado” son enormes ventajas a la hora de comunicar porque no requiere impostar, lo dice naturalmente. Genera por pasajes “empatía”.
Igual que en las facultades, el titular de la cátedra da el teórico, y los ayudantes los prácticos. El Presidente debe ser el “comandante de la crisis”, guiar estratégicamente y, si puede, construir políticamente una imagen de Estado, flanqueándose por los referentes de los otros poderes, mucho mejor. Los detalles de sus disposiciones como jefe de Estado, lo deben dar otros funcionarios y /o técnicos, que deberían recurrir a plataformas digitales para mayores precisiones.
La “gestión” de la crisis, es decir que las medidas que anuncia el Presidente deben recaer en funcionarios menores dispuestos a pagar los platos rotos si no se vuelven efectivas. En las crisis siempre hay ministros o secretarios que son devorados por la dinámica de la misma.
“Argentina Unida” es la convocatoria perfecta para esta etapa, De igual modo, cada vez que el Presidente aludió al “comité de expertos” que junto a los “gobernadores” son referenciados como el sistema de consulta y toma de decisión del Presidente. Esto generó un nivel de consenso social, credibilidad que logró transmitirse en términos de opinión pública en forma efectiva y positiva logrando lo más difícil en una crisis: que la población cambie conductas habituales por otras nuevas para poder preservarse.
Cinco
Sigamos con los aciertos de Alberta. En los números 6 y 7 veremos los “pifies”:
Algunos pasajes espontáneos de los discursos fueron bien logrados. Por ejemplo, cuando al final de su segundo discurso y mirando la cámara pidió a los argentinos que mantengan el esfuerzo “porque el dolor será menor al final”. El miedo a la muerte representa un factor clave en el autocontrol de las personas y de su grupo familiar. Si las mismas personas perciben que hay “éxito”, que “todo está bajo control”, tenderán a romper la cuarentena, sea por necesidad propia o por irresponsabilidad.
Es interesante el hallazgo de encontrar indicadores para medir la efectividad de las medidas contra la pandemia. Pero hay que buscar otros, ya que muchas veces esos indicadores se vuelven en contra de quien o quienes le dieron credibilidad.
Ha sido una estrategia acertada: cada vez que habla el Presidente (de cinco, cuatro de ellas) puso en marcha una nueva etapa de la cuarentena. Generó títulos, logró liderar la comunicación de la crisis en las siguientes 48 horas. Pero por la ausencia de otros voceros menores, al promediar la semana, el gobierno nacional varias veces termina perdiendo la iniciativa.
Es correcta la definición espontánea en los discursos del Presidente de “incertidumbre”, con frases como “nadie sabe cuándo va a terminar este martirio”; o “no hay solución”. Porque lo hace justamente en forma espontánea, logra transmitir sinceridad con cierto dejo de tristeza. Y el concepto es muy duro, pero genera impacto. Porque si bien en crisis se desaconseja transmitir “incertidumbre”, y se procura generar certezas, la única seguridad que existe con esta pandemia es que habrá más muertes.
Otros conceptos en la misma línea de acierto son: “Cuidar la Salud es Cuidar a los argentinos”; “La Salud nos une a los argentinos”; “sigamos juntos”.
Seis
Veamos la performance de Alberta, pero en cuestiones que, para decirlo en forma relajada, entendemos que “la pifió”.
Primero nada que decir de su alocución del 12 de marzo apenas 6 minutos para comunicar a los argentinos que la OMS advirtió que estábamos frente a una pandemia. Discurso corto, tranquilo, institucional, breve y guionado (con un telepronter) en tono serio, fue una pieza comunicacional casi perfecta para un caso de crisis.
El 29 de marzo, el Presidente requirió duplicar (y algo más) el tiempo de su exposición y allí cometió los siguientes deslices: Declaró la “guerra contra un ejército invisible que nos ataca en lugares que no pensamos”.
Explicó que las primeras medidas tomadas han permitido “controlar al virus” por lo cual expresó que “quiero que estén contentos y satisfechos por lo que fuimos capaces”.
Luego entró en falsos dilemas, o cuestiones técnicas: dijo que es “falso el dilema economía o salud” (para resaltar las medidas económicas que se tomaron). Luego cayó en promesas: “voy a ser muy duro con los que no respeten los precios máximos”.
Luego polemizó con “bueno muchachos llegó el momento de ganar menos” en alusión indirecta a un grupo empresario que había dispuesto el despido de trabajadores tercerizados.
En su segundo discurso el jefe de Estado, describió en forma errónea a la pandemia, generó polémica sobre las polémicas mediáticas. Usó varios minutos en cuestiones técnicas menores que deberían comunicar otros funcionarios. Más pifies en el número 7. Y luego vendrá la fundamentación de porqué son errores.
Siete
El 10 de abril, el Presidente profundizó definiciones y actitudes en la misma dirección de su segundo discurso (Alberta 6). Y se alejó en lo actitudinal del primer mensaje. Algunas objeciones a su performance pueden ser:
El aspecto del Presidente es de un hombre cansado, que comenzó pidiendo disculpas por la demora en la presentación de su discurso (y lo hizo ante una platea de periodistas porque en la misma ocasión dio un Informe y respondió preguntas).
Por primera vez saludó a los familiares de los muertos por la pandemia “porque no lo pude hacer antes”. Luego recurrió a la pantalla, para explicarles a los argentinos avances en las medidas de lo “qué logramos nosotros”.
Presentó una hipótesis de velocidad de contagio, para explicar de manera técnica, que gracias al aislamiento y las restricciones la velocidad de contagio disminuyó, ya que la cantidad de infectados ahora se duplica cada 10,29 días cuando al inicio de la cuarentena se duplicaba cada 3 días. Este indicador científico cierto puede evolucionar en forma “positiva” pero también en forma “negativa” ya que no solo depende del cumplimiento del asilamiento. No hay que enamorarse de una sola idea sino tener otras a la hora de comunicar.
Promete que de esta manera se evita el “pico” de la pandemia y de ese modo el sistema de Salud gana tiempo para prepararse mejor, y se evita que colapse. El “pico”, la “curva” paso a ser habitual en los análisis periodísticos que fueron poniéndole fechas, mes a mes. Hay que evitarlo porque sin dudas que hay algo de parecido en la promesa a la “luz al final del túnel” del relato macrista con respecto a la economía y la inflación e incluso el famoso “segundo semestre”. En crisis, el pico se anuncia que ocurrió varios días después de que haya acaecido y cuando hay certeza que es una etapa superada. Pero nunca antes.
Ocho
El 10 de abril, el Presidente compara la “performance” de la pandemia en Argentina con otros países (Brasil, Chile, España, Italia y Estados Unidos) con la sola intención de demostrar que quienes entraron tarde al aislamiento sufrieron mayores daños. Esta comparación es incorrecta: cada país tiene su propia idiosincrasia, sus propios gobernantes, distintos sistemas de salud y culturas disímiles. Comparar es un error habitual en científicos que sólo analizan sin contextualizar políticamente. Esta comparación (que lo practican los científicos amantes de las matemáticas y los seguimientos) es real y útil pero resulta no comunicable.
“La cuarentena tiene sentido, hemos acotado la velocidad del contagio. Pero estamos muy lejos de haber alcanzado el logro de pelear contra el virus. Nadie sabe cuándo va a terminar este martirio. La única posibilidad que tenemos es hacer lo que estamos haciendo”. Es correcto darle “sentido” a la cuarentena (y el distanciamiento). Pero “pelear” contra el virus es una afirmación conflictiva. Igual que el “martirio”. Finalmente el Estado debe disponer de estas medidas, u otras que fueran necesarias, nunca se trata de “lo único que podemos hacer”. Sino por el contrario “el Estado hará todo lo que pueda hacer y algo más para salvar vidas”.
Luego el discurso del Presidente entra en detalles técnicos de interés pero que son menores: los repatriados, apertura por rubros de determinadas actividades comerciales que estaban cerradas, la actividad física en las plazas, e incluso se ríe brevemente cuando le recuerda Cafiero que se olvidó de anunciar la reapertura de la actividad bancaria el próximo lunes. Otra vez, un funcionario abrumado.
Finalmente el Presidente consolidó un estilo de comunicación docente (a veces con un preocupante tono paternalista), un discurso sin guionar donde el eje debió ser que Argentina entraba en la etapa de “cuarentena administrada”. En los próximos números pondremos la lupa en sus dos últimos discursos.
Nueve
En su cuarta aparición, el 25 de abril el Presidente dijo estar “orgulloso” porque los argentinos “supimos acatar la cuarentena”. Nótese como del plano de jefe de gobierno, pasa a expresarse sólo como Presidente y por momentos en forma individual. Expresó que hay un “plan de salud” y un “plan económico” por la pandemia, ya que “cuando esto pase queremos que la economía vuelva a recuperar toda su dimensión”. Pero luego dio a entender que “estamos trabajando en un plan económico para enfrentar la pandemia desde el punto de vista de la economía”.
Apeló a la pantalla para explicar niveles de contagio, departamentos y regiones del país más afectados y las “fases” o “etapas” en la que se encuentra el país (el Presidente usa esos vocablos en forma indistinta). Dice que en la actual etapa de aislamiento segmentado “vamos a permitir que la mitad de la población se movilice”. Y habla del “esparcimiento”, de un permiso para salir de los hogares un tiempo y una cierta cantidad de metros. Luego recuerda los “criterios epidemiológicos” para practicar la segmentación. Pero como deviene de la “cuarentena administrada” el Presidente no recuerda que esa habilitación de la Nación corresponde ejecutarla, o no, a los Gobernadores en consulta con los intendentes. En pocas palabras, un tramo confuso, pero repleto de espontaneidad.
El quinto discurso introdujo algunos cambios positivos: habló flanqueado de jefes de Estado de su propio partido pero también de la oposición partidaria, describió con mayor claridad las “fases”; interactuó mejor con la pantalla y sus placas con indicadores; recurrió a menos tiempo de exposición y evitó describir al virus como un “enemigo”. De todos modos insistió en comparar a la pandemia en Argentina con la de otros países; insistió con la palabra “éxito” y se metió innecesariamente en polémicas que quiere dar por terminadas.
Diez
Nota del aislamiento. Hasta aquí llegamos con la serie “Textos para Alberta” analizando solamente los primeros cinco discursos del Presidente de la Nación desde el 12 de marzo al 8 de mayo de 2020. Como ya sabemos que hubo y habrá otras alocuciones, y la pandemia está recién ahora promediando su desarrollo en la Argentina, seguiré con mis Apuntes sobre la crisis. Durante el mes de junio tendremos una nueva temporada de la serie de “Textos para Alberta”, pero esta vez se los enviare sólo a quienes me la pidan. Ya no quiero molestar por whatsapp sin permiso alguno. Aquí abajo tienen los contactos si están interesados. Y a quienes molesté, sorry. Y a quienes fueron afectuosos les abrazo a distancia. A todes. Vamos con el 10 entonces.
De acuerdo a los mencionados “principios” de la comunicación en crisis (ver Alberta 1) estos son algunos de los conceptos que se sugieren corregir o bien no reiterar:
El virus no es un enemigo. El virus por definición es parte de la Naturaleza. Por lo tanto declararlo un “enemigo” o pretender “vencerlo” es incorrecto y no ayuda a la comprensión del Mundo en el que vivimos sino despierta aprehensiones y nuevos temores. Como el virus vive en las personas, ese camino puede abrir la puerta a marginaciones o estigmatizaciones a los portadores o enfermos o al personal de Salud. Una crisis provocada por un “virus” es muy parecida a las emergencias naturales. Para una breve y rápida comprensión: ¿alguna autoridad diría que vamos vencer al huracán inminente? O “estamos preparados para derrotar al próximo terremoto”. Lo correcto sería trabajar en la prevención, en la educación para enfrentar, antes, durante y después la emergencia. Y ello se hace para “minimizar”, “atenuar” o “disminuir” el impacto o las consecuencias de la pandemia.
La pandemia no debe originar patrioterismo (y vulgares). El mejor ejemplo fue la Francia de Emmanuel Macron, cuyos principales medios periodísticos criticaron con dureza los primeros discursos de su presidente. En la versión completa pude analizar los discursos del presidente español Pedro Sánchez, quien no pudo dejar de invocar “a la guerra”. Como todas las pandemias son percibidas que “vienen de afuera” del país, son ideales para mostrarlas como “invasoras” y eso da pie a discursos nacionalistas, patrioteriles, convocando a una patriada vulgar que no es tal. Las pandemias primero empiezan como epidemias, y no vienen “de afuera” ya que el Mundo y la Humanidad son una sola y no reconocen diferencias ni de razas, ni de religiones. Para la Argentina, la publicidad de YPF es una pieza perfecta de lo que no se debe hacer.
No es correcto atribuirse “éxitos” durante una emergencia. Ni formular promesas. Si convocamos a la población a respetar el aislamiento, social, preventivo sea o no obligatorio y durante un alto acatamiento “felicitamos” o nos “autofelicitamos” porque determinados indicadores demuestran que se están cumpliendo las metas propuestas, de inmediato lo que se obtendrá es el relajamiento de las conductas. Y va originar una segunda confusión: el que nos habla y nos felicita, ¿es el Gobierno, el Estado o somos nosotros mismos? De igual modo, aunque deben hacerse periódicamente sondeos sobre imagen del gobierno y del Presidente, estos estudios NO deben difundirse ni filtrarse a los medios por más resultados positivos que arrojen porque en una crisis todo lo que sube baja. Y todo lo que baja, puede bajar más aún. Finalmente no realizar promesas. Nunca. Jamás.
Quien dirige la emergencia, es el Estado, el Gobierno o nosotros. Cuando un vocero oficial habla a una población para evaluar la evolución de la pandemia antes debe preguntarse simbólicamente a quien está representando. Es el error no forzado más habitual ya que la decisión responde a una coyuntura política que no siempre permite asumir un determinado rol.
Al “pico” solo lo vemos una vez que haya pasado. Hablar desde el Estado que “el pico” de la pandemia será tal semana, o tal quincena (o incluso se han anunciado para tales días) es al menos ingenuo. Una vez más ese tipo de expresiones son habituales entre científicos pero NO son comunicables. Toda crisis tiene un Comienzo, un Desarrollo con un punto máximo (o pico) y luego un descenso. Sabemos que hemos llegado al “pico” varios días después. Nunca lo sabremos antes, aunque hay científicos que les encanta predecirlo por varios motivos: se podrían movilizar recursos antes, afectar personal, entre otros ítems. No todo el lenguaje científico o epidemiológico es comunicable. En Argentina además lo que llamaremos acá el “relato del pico” se parece mucho a los relatos “del segundo semestre”, “los brotes verdes” o la “luz al final del túnel”, todos enunciados fallidos del relato excesivamente marketinero del macrismo cuando se refería tanto a la reactivación de la economía como a la baja de la inflación.
Llegamos al final de esta primera temporada. ¡Nos vemos!
Fue el fundador del site Diario sobre Diarios (DsD) que lo dirigió durante 13 años. Once años en la Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP no le bastaron para dar clases de “crisis” en Comunicación. Y ahora insiste con estas líneas. Si jugara su “Boquita” se sentiría mejor. Es zarateño pero vive en Banfield, o sea que esta hasta las manos con la cuarentena. Amante de los buenos vinos; la lectura y las empanadas tucumanas.
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Dardo Fernándezhttps://postperiodismo.com.ar/author/dardo-fernadez/
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